ECONOMIA SOCIAL . CARLOS Y AMILCAR RENNA
Economía social
La libertad de empresa es el eslogan preferido de los grandes monopolios capitalistas que manejan la economía y la política de los estados y saben conducir el tema con mucha habilidad. Al hombre occidental le repele la idea de un sistema de producción en el que cada uno está fijado por el Estado o cualquier potencia. Esta cultura que es nuestra, exige que cada trabajador tenga por lo menos la esperanza de encontrar algún día la oportunidad de independizarse y de ser dueño de su empresa. El occidental teme no ser más que un peón en la economía sometido a una reglamentación democrática; prefiere el riesgo de la empresa privada a la seguridad de la de colmena humana. Jamás vamos a encontrar un obrero socialista o comunista, aquí o en toda Europa que no prefiera ser dueño de su propio taller, aún rompiendo con las reglas proletarias.
Identificándose con la libertad de empresa, el capitalismo globalizante demostró tener una excelente psicología y un agudo sentido de la propaganda. Se trata de una mistificación; es cierto, cada uno tiene derecho, en el mundo financiero, a instalar una fábrica, una empresa, o cualquier emprendimiento económico, dependiendo solamente de las leyes, el mercado y de la libre concurrencia. Pero la situación es distinta cuando se trata de fundar empresas. Se necesita el capital y los únicos poseedores de medios son las multinacionales financieras. Los trabajadores en general, los profesionales y los hombres de todas las clases, pueden tener ciertas ideas geniales, iniciativas importantes, hábitos morales, ética y ser reconocidamente competentes, pero, todo el mundo sabe que los bancos no aceptan como garantía ni las ideas, ni las aptitudes. La sacrosanta manifestación de bienes es condición previa de cualquier crédito y a los que tienen el dinero no les hace falta otra condición ¿Para qué? Siempre que disponga de una suma necesaria se comprará una buena idea, se alquilará un director o se adquirirá cualquier tipo de capacidades.
Así se levanta una magnifica empresa con grandes dividendos y sin ningún cansancio. La simple comprobación que acabamos de anunciar pone en tela de juicio al sistema capitalista especulativo: La primacía del dinero sobre el hombre, el derecho de la libre empresa pertenece exclusivamente a los dueños del capital, así como les pertenecen los derechos de libre disposición del producto, las utilidades de la producción, la contratación del personal, y cuando la presión está comprimida, también la fijación de los salarios. De esta forma se seguirá logrando la explotación del hombre productor por el hombre parásito (¡Cómo es posible que la máquina permita mandar al hombre y acaparar el fruto de su trabajo!).
No creo que pueda existir otra solución que no sea el darle al productor la primacía sobre la máquina que emplea y poner al capitalista en lugar auxiliar pasivo de la producción. Cuál es el principal motivo que genera que los trabajadores no están satisfechos con la empresa? Es fundamentalmente por la necesidad de tener que trabajar con los medios de producción de otros a la par que los beneficios de esfuerzo de los de siempre son aprovechados por los especialistas financieros.
En síntesis, la problemática será siempre la propiedad de los medios de producción. El principio fundamental es que la propiedad no debe engendrar poder económico y como consecuencia poder político. Que el capital sea una herramienta de la economía al servicio del hombre.
Los que proponemos es una legislación que contemple algunos aspectos que desarrollen a la empresa con sentido humano.
Reconocer necesariamente que el progreso de la empresa es fruto de la cooperación del capital y el trabajo. El crecimiento del capital fijo después de fundada la empresa deberá repartirse entre accionistas y trabajadores. Lo mismo deberá hacerse con la distribución de los beneficios.
Asumir que el derecho de gestión no corresponde solamente al que posee la propiedad, olvidando a quienes perjudica dicha gestión. Lo razonable será la colaboración entre los factores de la empresa para llevar adelante la gestión.
Establecer un balance social obligatorio en la gran empresa con un plan de evaluación permanente. Mejorar las condiciones de trabajo, tener en cuenta la vivienda, la salud, la educación, etc.
Reconocer las nuevas expectativas que surgen en el mundo contemporáneo que permite a las generaciones jóvenes tener en cuenta una nueva cultura que pone en tela de juicio: un sin fin de valores. El orden concebido como sometimiento, la afirmación de la creativa individual; disciplina personalizada y no impuesta y desprecio a la información que viene de arriba. Si bien estas realidades son difíciles de incorporar hoy, no es posible dejarlas de lado teniendo en cuenta que constituyen fuerzas subterráneas que buscan la superficie y su propia liberación.
El hombre o el poder
Pretender que los objetivos del estado deban coincidir con el avance tecnológico ha llevado al universo a una catástrofe generalizada. El 80% de los habitantes del planeta están en una situación de pobreza, de analfabetismo y con dependencia económica, cultural y política.
¿Para que ha servido? Por una parte el extraordinario desarrollo científico y del poder financiero, en el siglo XX, si por el otro observamos una catástrofe política social sin precedentes, de violencia premeditada, y perdida de los valores éticos y morales, en la que la crueldad ha sido institucionalizada y sostenida.
¡Para que insistir en teorías económicas que han fracasado en todos los tiempos (imperio romano, medioevo imperial, imperio inglés, comunismo estalinista, nazismo, etc.), sistemas montados en el error humano!
En conclusión, si no se logra un equilibrio entre el Estado, el hombre y la economía, se seguirá construyendo un templo a la concupiscencia y los seres humanos manipulados dentro de un gran supermercado para que los productos basten para cumplir un plan de subsistencia.
Se ha producido un estado de crisis en la conciencia de la gente que se manifiesta esencialmente en una gran dificultad instaurada para establecer la diferencia entre el bien y el mal. Esta situación, ligada a la acción humana, se traduce en hechos que destruyen la humanidad toda; ya no interesa cuanto mal o bien realizo si no existe diferencia marcada por los valores fundantes que toda sociedad debe tener
Lic. Amílcar D. Renna Y Carlos Renna
La libertad de empresa es el eslogan preferido de los grandes monopolios capitalistas que manejan la economía y la política de los estados y saben conducir el tema con mucha habilidad. Al hombre occidental le repele la idea de un sistema de producción en el que cada uno está fijado por el Estado o cualquier potencia. Esta cultura que es nuestra, exige que cada trabajador tenga por lo menos la esperanza de encontrar algún día la oportunidad de independizarse y de ser dueño de su empresa. El occidental teme no ser más que un peón en la economía sometido a una reglamentación democrática; prefiere el riesgo de la empresa privada a la seguridad de la de colmena humana. Jamás vamos a encontrar un obrero socialista o comunista, aquí o en toda Europa que no prefiera ser dueño de su propio taller, aún rompiendo con las reglas proletarias.
Identificándose con la libertad de empresa, el capitalismo globalizante demostró tener una excelente psicología y un agudo sentido de la propaganda. Se trata de una mistificación; es cierto, cada uno tiene derecho, en el mundo financiero, a instalar una fábrica, una empresa, o cualquier emprendimiento económico, dependiendo solamente de las leyes, el mercado y de la libre concurrencia. Pero la situación es distinta cuando se trata de fundar empresas. Se necesita el capital y los únicos poseedores de medios son las multinacionales financieras. Los trabajadores en general, los profesionales y los hombres de todas las clases, pueden tener ciertas ideas geniales, iniciativas importantes, hábitos morales, ética y ser reconocidamente competentes, pero, todo el mundo sabe que los bancos no aceptan como garantía ni las ideas, ni las aptitudes. La sacrosanta manifestación de bienes es condición previa de cualquier crédito y a los que tienen el dinero no les hace falta otra condición ¿Para qué? Siempre que disponga de una suma necesaria se comprará una buena idea, se alquilará un director o se adquirirá cualquier tipo de capacidades.
Así se levanta una magnifica empresa con grandes dividendos y sin ningún cansancio. La simple comprobación que acabamos de anunciar pone en tela de juicio al sistema capitalista especulativo: La primacía del dinero sobre el hombre, el derecho de la libre empresa pertenece exclusivamente a los dueños del capital, así como les pertenecen los derechos de libre disposición del producto, las utilidades de la producción, la contratación del personal, y cuando la presión está comprimida, también la fijación de los salarios. De esta forma se seguirá logrando la explotación del hombre productor por el hombre parásito (¡Cómo es posible que la máquina permita mandar al hombre y acaparar el fruto de su trabajo!).
No creo que pueda existir otra solución que no sea el darle al productor la primacía sobre la máquina que emplea y poner al capitalista en lugar auxiliar pasivo de la producción. Cuál es el principal motivo que genera que los trabajadores no están satisfechos con la empresa? Es fundamentalmente por la necesidad de tener que trabajar con los medios de producción de otros a la par que los beneficios de esfuerzo de los de siempre son aprovechados por los especialistas financieros.
En síntesis, la problemática será siempre la propiedad de los medios de producción. El principio fundamental es que la propiedad no debe engendrar poder económico y como consecuencia poder político. Que el capital sea una herramienta de la economía al servicio del hombre.
Los que proponemos es una legislación que contemple algunos aspectos que desarrollen a la empresa con sentido humano.
Reconocer necesariamente que el progreso de la empresa es fruto de la cooperación del capital y el trabajo. El crecimiento del capital fijo después de fundada la empresa deberá repartirse entre accionistas y trabajadores. Lo mismo deberá hacerse con la distribución de los beneficios.
Asumir que el derecho de gestión no corresponde solamente al que posee la propiedad, olvidando a quienes perjudica dicha gestión. Lo razonable será la colaboración entre los factores de la empresa para llevar adelante la gestión.
Establecer un balance social obligatorio en la gran empresa con un plan de evaluación permanente. Mejorar las condiciones de trabajo, tener en cuenta la vivienda, la salud, la educación, etc.
Reconocer las nuevas expectativas que surgen en el mundo contemporáneo que permite a las generaciones jóvenes tener en cuenta una nueva cultura que pone en tela de juicio: un sin fin de valores. El orden concebido como sometimiento, la afirmación de la creativa individual; disciplina personalizada y no impuesta y desprecio a la información que viene de arriba. Si bien estas realidades son difíciles de incorporar hoy, no es posible dejarlas de lado teniendo en cuenta que constituyen fuerzas subterráneas que buscan la superficie y su propia liberación.
El hombre o el poder
Pretender que los objetivos del estado deban coincidir con el avance tecnológico ha llevado al universo a una catástrofe generalizada. El 80% de los habitantes del planeta están en una situación de pobreza, de analfabetismo y con dependencia económica, cultural y política.
¿Para que ha servido? Por una parte el extraordinario desarrollo científico y del poder financiero, en el siglo XX, si por el otro observamos una catástrofe política social sin precedentes, de violencia premeditada, y perdida de los valores éticos y morales, en la que la crueldad ha sido institucionalizada y sostenida.
¡Para que insistir en teorías económicas que han fracasado en todos los tiempos (imperio romano, medioevo imperial, imperio inglés, comunismo estalinista, nazismo, etc.), sistemas montados en el error humano!
En conclusión, si no se logra un equilibrio entre el Estado, el hombre y la economía, se seguirá construyendo un templo a la concupiscencia y los seres humanos manipulados dentro de un gran supermercado para que los productos basten para cumplir un plan de subsistencia.
Se ha producido un estado de crisis en la conciencia de la gente que se manifiesta esencialmente en una gran dificultad instaurada para establecer la diferencia entre el bien y el mal. Esta situación, ligada a la acción humana, se traduce en hechos que destruyen la humanidad toda; ya no interesa cuanto mal o bien realizo si no existe diferencia marcada por los valores fundantes que toda sociedad debe tener
Lic. Amílcar D. Renna Y Carlos Renna
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